Al final del cuento, Pinocho se convierte en un niño de verdad, y, como todos los niños de carne y hueso, también se hace mayor. Ahora ya es un hombre. Desde su taller Pinocho nos cuenta su historia a través de sombras chinescas, títeres y marionetas.
Una versión divertida y poética del clásico de C. Collodi.